Cuenta la leyenda que cierto día el sol quiso que la belleza invadiera las islas que forman el Japón, formó una encantadora mujer, a la que llamó Amaterasu, diosa de la luz y madre de la hermosura.
Fue entonces que la luz se tornó oscuridad, las flores comenzaron a palidecer y los pájaros dejaron de volar. Los pobladores del lugar ante tal desastre decidieron aliarse para conseguir que la diosa saliera de la cueva y se les ocurrió colocar un espejo gigante en la entrada de la cueva para que la diosa pudiera verse y reconocer por fin su gran belleza. Comenzaron a orar en la entrada de la cueva pidiendo a la diosa que saliera, que necesitaban su ayuda.
Su bondad no pudo negarse ante tantas súplicas y decidió salir, en ese mismo momento su padre el sol brilló de pronto y toda la zona se cubrió de hermosísimas flores, formando lo que hoy se conoce en todo Japón como ASHIKAGA, el parque de las flores. Al ver su imagen en el espejo, preguntó quién era ese ser tan hermoso y todos respondieron “eres tú, diosa de de la luz, hija del sol”, al escucharlos paseo tocando las flores con sus delicados dedos y estas brillaron aún mas convirtiéndose en piedras preciosas.
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Un saludo, Lorena.
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